Aquella cama, con cortinas rojas y sabanas a juego, estaba exactamente como la recordaba. Pasó una mano por milésima vez y sintió la suavidad de la tela en la yema de los dedos. Quiso gritar, patalear, llorar…pero no pudo. Golpear las cosas ya no era suficiente, lo había comprobado mientras destruía a patadas y puñetazos la puerta del baño, una hora atrás.
Tenía miles de cosas revoloteando en la mente, y a la vez ninguna. Se dio cuenta, después de un rato, que todavía llevaba la ropa que tenía en la batalla. Así que paseó la mirada por el dormitorio y vio el baúl de Seamus. Se levantó sin sentir su peso en los pies y caminó sin notarlo hacia el baúl. Pocos minutos después estaba en la ducha, mientras un chorro de agua tibia le mojaba todo el cuerpo. Recargó la frente en la pared y tomó con determinación la realidad mientras nuevas lagrimas se perdían entre las gotas de agua… Fred no volvería. Permaneció así unos minutos, antes de tomar el champú y empezar a lavarse el cabello.
Vestido, poco después, con unos vaqueros que le quedaban un poco cortos y dejaban descubierto parte de sus tobillos, y con una camiseta que tenía el escudo de Gryffindor estampado, tomó una túnica negra que estaba en una cama, (quizá de Neville, no se acordaba bien) y se la echó encima.
Entonces, se dio la vuelta y caminó hacia la puerta, abrió y bajó resueltamente las escaleras, ignorando a los dos hombres que hablaban en el sofá de la sala común. Y pronto se encontró ahí. La escalera que llevaba al dormitorio de las chicas se elevaba majestuosa ante él…o mejor dicho bajo él, pues ahora estaba subiendo y cuando terminó de hacerlo, se encontró frente a la puerta de uno de los dormitorios.
Golpeó tres veces seguidas.
La puerta se abrió y Lavender Brown apareció en el umbral, con unas vendas en la frente, que ocultaban parcialmente su cabello. Tras ella, pudo ver a Hermione mirándolos.
La chica le pasó las manos por el cuello y lo abrazó largamente. Ron le palmeó la espalda y cuando Lavender se separó de él, se miraron un instante a los ojos antes de que la rubia le diera una palmada, seguida de un apretón en el brazo y bajara por las escaleras.
Inhalo un poco y entró al dormitorio. La puerta se cerró después de él.
-¿Cómo…?- Hermione se aclaro la garganta y se limpió apresuradamente los rastros de lagrimas de las mejillas con el dorso de la mano.- ¿Cómo lograste subir?, los chicos no…
-Parece que ahora si soy digno de confianza- Hermione sonrió y Ron empezó a observar todo el dormitorio- Entonces así es el dormitorio de las chicas- Se quedó mirando un momento un poster de las Holyhead Harpies que había encima de una de las camas, y después se volvió hacia Hermione- Fred me juró mil veces que su dormitorio era color rosa…
Un silencio se propago rápidamente y de los ojos marrones de la chica empezaron a formarse lágrimas.
-¿Qué te dijo Lavender?- Inquirió Ron, después de unos segundos de observarla, dándose cuenta de que no se sentía cómodo al hablar sobre ese tema ahora y se recargó en un tocador enorme de madera
-Eh…Pues ella…- Hermione tragó saliva y, mirándolo, dijo con más firmeza- Vino a pedirme disculpas.
-Ya.- No quiso indagar más. Supo que Hermione lo había captado y que no hablarían de Fred, ni de Lupin o Tonks…apretó la mandíbula al sentir los ojos húmedos de nuevo. Siguió mirando a su alrededor, distrayéndose de vez en cuando con algún poster o alguna decoración, cuando encima de una mesita de noche, vio su propio rostro sonriente.
Se separó del tocador y paso al lado de Hermione, dirigiéndose hacia un área completamente ordenada. Sobre la mesita descansaban dos retratos, enmarcados en plata. Uno de ellos, los mostraba a ambos, junto con Ginny y Harry, durante su estancia en Grimmauld Place, en su quinto año. El otro mostraba a un hombre de cabello castaño con barba y lentes y a su lado a una mujer bella de cabello negro y largo. Tras los anteojos, reconoció los ojos castaños que lo miraban desde el otro lado de la habitación.
-Me abría gustado llevármelos conmigo, pero probaba los hechizos de presencia permanente y…bueno, no me salió exactamente bien la primera vez- Comentó la castaña, acercándose a donde estaba.
-Deberías haberte llevado la mesita- Repuso Ron y sonrió al imaginarse a Hermione robando mobiliario de la escuela. Antes se cortaba la mano, se dijo.
Miraron los retratos sin decir nada por unos momentos más, cada uno sumido en sus pensamientos. Sonrió aun mas, mientras el Ron de la foto ponía bizcos los ojos y a su lado Harry y Ginny reían, mientras Hermione lo reprendía.
-Eres idéntica a tu padre- Dijo al fin.
-Si…El señor Hugh Granger, el dentista- Dijo como para sí misma, con voz temblorosa- Y su esposa, Ann Granger, también dentista.
-Y si no fuera porque es una bruja sabelotodo, su hija Hermione Granger también seria dentista- Añadió Ron y se volvió hacia ella, viéndola reír- Tus padres estarán muy orgullosos de ti, Hermione. Lo sé.
Era difícil imaginarse lo contrario. Él mismo estaba muy orgulloso de la muchacha que estaba enfrente. Sabía que todo se resumía en orgullo, valentía y amor. Así se lo había dicho Dumbledore a Harry y acababa de comprobarlo con el sacrificio de su propio hermano, que si bien no deseaba morir, eligió luchar…
La castaña asintió con la cabeza y después se acerco lentamente, como con precaución, y lo abrazó. Le devolvió el abrazo sintiendo una tibia sensación en el pecho y después se separaron.
Mientras se miraban, estiró un poco la mano y tomó un mechón del cabello de ella entre sus dedos. Se preguntó que tenía…que lo hacía tan hermoso ante sus ojos. ¡Era cabello! Todos los seres humanos tienen…excepto los pobres desdichados, como su padre.
Soltó al fin el mechón, dejándolo caer junto a los demás, dándose cuenta de que su embelesamiento no solo era con el cabello de la chica delgada e inteligente, vestida con una túnica negra, que estaba frente a él. Era algo que iba mucho más allá de su entendimiento.
Pero había una cosa que si estaba seguro de entender.
-Te amo- Dijo suavemente, en un susurro- Así como eres, toda…completa.
Volvieron a sumirse en un silencio prolongado, sin dejar de mirarse, y aunque Hermione no dijo nada, Ron supo que ella también lo amaba.
Quizá había nacido, vivido dieciocho años y sobrevivido a una guerra para decir aquellas palabras. Y si así era, había valido por completo la pena.
Al fin, como si fuera parte de una elaborada coreografía que siempre supieron, se acercaron y Ron se inclino mientras Hermione tomaba su rostro entre sus suaves manos. Se quedaron estáticos, disfrutando de la cercanía entre ellos y sin ningún tipo de prisa, se miraron todo lo que quisieron, mientras sus respiraciones chocaban y rebotaban en sus mejillas.
-Sabelotodo - Musito Ron.
-Necio - Dijo ella de igual forma.
Ella cerró los ojos primero, sonriendo levemente, y antes de cerrar los suyos, quedo admirado por la tranquilidad del rostro de ella.
Entonces sus labios se encontraron.
Sin prisa, con delicadeza y lentitud. Ya no había ninguna amenaza latente, no había desesperación en ellos. No había ningún "ahora o nunca" era un "Ahora y siempre". El beso adquirió más profundidad y Ron sintió, entre una y mil sensaciones para las que no tenia palabras con que describir, que su pecho le quemaba, ardía…
Aquello, sin duda, era amor y orgullo.
Jue Dic 02, 2010 7:24 am
